La RSC en la estrategia “Europa 2020”

La RSC en la estrategia “Europa 2020”

Hoy quiero describir la evolución de la Responsabilidad Social Corporativa en la Unión Europea en los últimos años. Hablaré de sus planteamientos iniciales, de su reinvención en los años de la crisis económica y su agenda actual. Comprobaremos de la continua adaptación a que se ha visto obligada la Unión Europea en materia de RSC, debido a los factores económicos y estructurales que ocurrieron a comienzos de la presente década.

Como decía, la crisis económica que comenzó a finales de 2008 en la Unión Europea puso en evidencia las muchas carencias de “la vieja Europa” y su indefinido deseo de “unión”. La construcción de un modelo cultural y de vida europeo diferenciado del resto del mundo, capaz de conjugar rendimiento económico y justicia social, debía contar con “un gran mercado” como eje central del proyecto europeo. En ese “gran mercado” se comprendía que esta unión de países debían reunirse, intercambiar y trabajar junta. Se buscaba organizar una sociedad cada vez más rica, creativa, inteligente, justa y fuerte. A estas circunstancias no se había llegado a finales del siglo pasado.

Con el nuevo siglo, los defensores de “más Europa” propusieron como forma de remontar las consecuencias de la crisis financiera y económica: la reactivación del mercado único. Reestableciendo la confianza y reimpulsando un crecimiento, a un tiempo sostenible y equitativo, al servicio de una “economía social de mercado”. Más aún, la reactivación del mercado único se presenta como el instrumento fundamental de la Estrategia Europa 2020. Entre las propuestas de actuación, se incluye explícitamente, el apoyo a la responsabilidad social de las empresas. La RSC parte de los nuevos medios para dicha economía social de mercado.

Durante las reuniones del Consejo Europeo de los meses de marzo y junio de 2010, se aprobó el informe: “Europa 2020: Una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador“. Se trata de una iniciativa corta y poco ambiciosa, aprobada para sustituir a la fracasada Estrategia de Lisboa. Esta fue incapaz de acercar a Europa, sus ambiciosos objetivos iniciales, ni tan siquiera tras su reforma o “renovación” en 2005.

La nueva Estrategia se adopta en un momento complejo y económicamente difícil, con una caída del PIB del 4% (2009). La producción industrial había retrocedido a niveles de los años 90 y 23 millones de personas en el paro (un 10 % de la población activa).

La RSC en la estrategia de la europa 2020, en lugar de abordarse de forma integradora desde la Comisión Europea, se dejó en manos de los Estados. Esta puesta en práctica individualista, de una estrategia que mira al 2020 sin tener en consideración la situación de disparidad y divergencia socio-económica de los Estados que la integran, fue objeto de discusión en el seno mismo de la propia Comisión y en sus consejos.

¿Qué proponía esta Estrategia y cuáles eran sus objetivos y directrices para alcanzarlos? La Estrategia europea se construye sobre dos pilares: un enfoque temático en el que se combinan unas prioridades con un grupo de objetivos principales; y la realización de informes por país que permitan a los Estados desarrollar sus propias estrategias nacionales para alcanzar los objetivos comunes y estando la Comisión como vigilante (que no garante) de la eficacia de las medidas. Tal y como dice su título, propone tres prioridades para el crecimiento en Europa:

  • Crecimiento inteligente: que consistirá en la consolidación del conocimiento y la innovación como impulsores del crecimiento. Esto requiere de la educación, la formación y el “aprendizaje a lo largo de la vida”.
  • Crecimiento sostenible: basado en promocionar una economía que haga un uso más eficaz de los recursos (incluyendo entre ellos materias primas, energía y agua). Una economía competitiva pero “más verde”. Esto requiere de mantener el liderazgo en las tecnologías verdes (ahora amenazado por China y Estados Unidos). Acelerar el desarrollo de redes inteligentes sobre todo para mejorar la competitividad de las Pymes.
  • Crecimiento integrador: fomentando una economía con un alto nivel de empleo que tenga cohesión social y territorial. Europa envejece, la tasa de población activa decrece al tiempo que aumenta en ella la disparidad social. Esto supone una mezcla socialmente muy inestable y con consecuencias negativas para la ciudadanía.

Para ello se proponen cinco objetivos:

  1. Que el nivel de empleo de la población entre los 20 y los 64 años aumente hasta el 75 % (en marzo de 2010 se situaba en el 69%). Principalmente con una mayor participación de las mujeres, personas de mayor edad e inmigrantes en el mercado laboral.
  2. Que la inversión en I+D+i en la UE alcance el nivel del 3 %.
  3. En materia de medio ambiente, clima y energía, alcanzar el 20/20/20. O lo que es igual, reducir el efecto invernadero al menos en un 20 % en comparación con los niveles de 1990; incrementar hasta el 20 % el porcentaje de fuentes de energía renovables, en consumo final; e incrementar en un 20 % el porcentaje de eficacia energética.
  4. Educación: reducir el fracaso escolar por debajo del 10 % (en ese momento del 15%). Se persigue que al menos, el porcentaje de población que finaliza la enseñanza superior sea del 40 % (entonces del 31%).
  5. Que el número de europeos que viven por debajo de los umbrales nacionales de pobreza se reduzca en un 25%, lo que vendría a suponer que saldrían del riesgo de pobreza 20 millones de personas.

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Juan Pedro Asencio Valera