09 Dic El coste de no actuar.
Mediante el presente artículo, querría explicar el por qué invertir en sostenibilidad es económicamente más inteligente que mantener las prácticas tradicionales. A través de datos y referencias, se muestra que los costes de la inacción superan ampliamente a los de actuar de forma, no ya preventiva como puede llegar a afirmarse, sino reactiva. A continuación trataré de analizar el coste de no actuar.
En ocasiones hemos escuchado opinar que la inversión que se está llevando a cabo en materia de sostenibilidad, sobre todo en el espacio de la unión europea, está llevándose lejos, muy lejos. Y se argumenta que esto nos conduce irremediablemente a una pérdida de la capacidad europea de mantener los niveles de competitividad frente a otros espacios económicos. Si en alguna ocasión, viendo los esfuerzos que están llevando a cabo numerosas organizaciones, gobiernos y ciudadanos, pensaste que es posible que todo ello pueda no llevarnos por el mejor camino, o al menos por uno mejor, te invito a reflexionar a partir de este artículo. Y trataré de explicarte que esta no es la pregunta que hay que hacerse.
En 2008 la OCDE publica su informe “Los costes de la Inacción sobre los Desafíos Ambientales Clave”. Este informe fue uno de los primeros en abordar la temática de la sostenibilidad, desde el punto de vista de analizar el coste de lo no invertido. Posteriormente la misma institución publicó en 2015 “Las consecuencias del cambio climático” e igualmente otros dos informes en 2019 y 2021 relacionados con la influencia de la afección climática en las economías más desarrolladas. También la Agencia Europea del Medioambiente (EEA) publica en 2020 “Pérdidas económicas derivadas de fenómenos climáticos extremos”. Por último, el Foro Económico Mundial (WEF) publica en el 2024, su informe «El Costo de la Inacción: Una Guía para CEOs para Navegar el Riesgo Climático»
Pues bien, de todas estas publicaciones, querría destacar las siguientes conclusiones, que a mi modo de ver son las más relevantes:
- La sostenibilidad se ha convertido en un eje central de la planificación económica y social. Los informes internacionales, señalan que los costes asociados a no reducir emisiones ni adaptarse al cambio climático crecen a un ritmo que amenaza la estabilidad económica de numerosos países.
- Costes económicos crecientes: los informes de la OCDE (OECD, 2015; OECD, 2021) subrayan que los daños asociados a fenómenos climáticos extremos están aumentando con rapidez. La inacción no solo incrementa las pérdidas materiales, sino que eleva el gasto público en reconstrucción, subsidios, salud y compensaciones.
- Beneficios de actuar: la OCDE insiste en que invertir en mitigación y adaptación presenta ratios beneficio/costes favorables, especialmente cuando la inversión se realiza de manera anticipada (OECD, 2019). La literatura científica coincide: actuar temprano reduce la factura futura en infraestructuras, agricultura, salud y energía.
- Impacto social: La inacción produce desigualdades sociales, aumenta la vulnerabilidad de ciertos territorios y agrava problemas como la inseguridad hídrica y alimentaria. Este efecto ya se observa en numerosos estudios de impacto regional.

Gráfico 1. Evolución estimada de los costes de acción frente a inacción.
Desde el punto de vista de temas materiales, destaco los siguientes cuatro puntos:
1. Contaminación del aire y del agua:
Los costes de la inacción son de macroeconómica importancia porque la mala salud puede actuar como un freno en la productividad y el crecimiento. Los costes de salud humana, a menudo constituyen la mayor parte del costo social total, superando el 80% en los estudios de valoración, especialmente cuando se incluyen costes intangibles como el «dolor y sufrimiento». Por ejemplo, se estima que la omisión de la «Estrategia Temática sobre Contaminación del Aire» de la CE representaría entre el 0.35% y el 1.0% del PIB de la UE25 en 2020. En los países en desarrollo, 1.7 millones de muertes y el 4.4% de la carga de morbilidad se atribuyen al suministro de agua, saneamiento e higiene (WSH) inseguros.
2. Cambio Climático:
Los costes potenciales son muy grandes. Si no se introducen políticas de mitigación, las estimaciones varían ampliamente, pero se considera que el cambio climático tiene el potencial de tener «implicaciones muy significativas para la economía mundial«. Las evaluaciones recientes, generan cifras de hasta el 14.4% en términos de equivalentes de consumo per cápita descontado en el escenario de «no política».
3. Accidentes Industriales y Desastres Naturales:
La inacción frente a los peligros industriales (como derrames de petróleo o terrenos contaminados) y los desastres naturales genera costes sustanciales. Los costes de remediación de ecosistemas dañados pueden ascender a miles de millones de euros. Para los países más pobres, el costo de los desastres naturales puede ser tan alto como el 13% de su PIB anual. En muchos casos, los costes de la prevención ex ante son mucho menores que los costes de la remediación y restauración ex post, especialmente porque algunos daños son irreversibles.
4. Gestión de Recursos Naturales:
La gestión insostenible de recursos (como la pesca y el agua subterránea) conlleva la pérdida de beneficios futuros. La gestión ineficiente de pesquerías, como el atún rojo del Atlántico Oriental, podría resultar en una pérdida de valor presente descontado de 1 a 3 mil millones de dólares. En la gestión del agua subterránea, la falta de acción conduce a patrones de desarrollo insostenibles, donde la extracción excesiva amenaza la viabilidad a largo plazo de ciudades y sistemas agrícolas.
Aquí en España tenemos muy reciente el desastre natural sucedido en la comunidad valenciana. Actuaciones en materia hidrogeológica que no fueron prioridad por muchas razones, pero de entre ellas una que siempre nos ha acompañado: actuar como siempre. Criterios técnicos no escuchados por responsables políticos. Responsables políticos que no han valorado este alcance. Porque, y aquí es donde quiero incidir, hemos actuado como siempre, porque no hemos considerado la dimensión climática adecuadamente. Hasta hace unos años, se podía considerar coherente y razonable pensar que el volumen de actuaciones que precisaba toda la zona afectada en la provincia de Valencia no era una prioridad. Podría considerarse innecesaria, exagerada, desproporcionada. Es evidente que hace años que esto no es aceptable. Pues esto que ocurre a nivel regional, ocurre a nivel nacional e internacional.
El impacto económico global del clima ya es masivo. Los desastres relacionados con el clima han causado más de 3600 millones de dólares en daños económicos desde 2000. Esta cifra probablemente subestima los costes reales al excluir los efectos indirectos como la pérdida de productividad o las consecuencias a largo plazo para la salud. Además, los costes promedio de los daños relacionados con el clima se han duplicado desde el comienzo del siglo, superando los mil millones de dólares entre 2020 y 2024. Si no se toman medidas urgentes, se estima que el PIB mundial acumulado podría caer hasta un 22% para 2100.
Para las empresas, la inacción intensifica los riesgos físicos (agudos como tormentas y crónicos como el aumento del nivel del mar) que amenazan las operaciones, la infraestructura y las cadenas de suministro. Bajo la trayectoria climática actual (un calentamiento superior a 3°C), los riesgos físicos individuales por sí solos podrían poner en peligro del 5% al 25% del EBITDA de las empresas para 2050, siendo los sectores con infraestructura intensiva, como servicios de comunicación y empresas de servicios públicos, los más expuestos.
En un escenario de intensificación progresiva de la acción climática, las empresas que no se descarbonicen enfrentarán una presión de costes significativamente mayor. Solo la implementación de precios del carbono podría generar costes adicionales equivalentes a hasta el 50% del EBITDA para 2030 en ciertos sectores intensivos en emisiones, si no están preparados para el camino de «muy por debajo de los 2°C”.
OPORTUNIDADES
Frente a los riesgos, también se concluye que la acción frente al cambio climático no solo es una necesidad de resiliencia, sino un motor de crecimiento. Existe un caso de negocio claro para la adaptación y la mitigación. Las empresas que invierten en adaptación reportan un beneficio que oscila entre 2 y 19 veces el euro invertido. La transición climática está creando un mercado masivo para soluciones verdes, estimado en más de 5 mil millones de euros en 2024 y con potencial de crecer hasta los 14 mil para 2030.
Para navegar esta incertidumbre, el informe del Foro Económico Mundial de 2024 proporciona una guía que insta a los CEOs a integrar el riesgo climático en el corazón de su estrategia corporativa. Las organizaciones deben:
- Adoptar una mentalidad de escenario para comprender cómo cambiaría su contexto bajo diferentes futuros posibles.
- Medir el impacto completo de los riesgos físicos y de transición para tomar decisiones mejor informadas.
- Desarrollar planes robustos de transición y resiliencia que permitan flexibilidad y la capitalización de oportunidades emergentes.
Por último, querría mencionar una de las conclusiones a las que llegan varios autores pertenecientes a la universidad de Oxford en su estudio “Empirically grounded technology forecasts and the energy transition” y en el que llegan a la siguiente valoración:
Realizar inversiones para impulsar la transición energética hacia un entorno de NET Zero (Cero emisiones de CO2), generaría inicialmente un descenso del PIB mundial cercano al -2.5 % en 2030, pero se recuperaría progresivamente hasta tener un impacto positivo en 2050 próximo al 2%.
Sin embargo, no hacer ninguna inversión en transición energética, aunque inicialmente supondría una caída de poco más del 1 % en 2030, a partir de ese momento los efectos negativos sobre el PIB se van incrementando significativamente hasta 2050: -4% en 2035,-8% en 2040, -15% en 2045 y hasta un -25% en 2050. Véase el siguiente gráfico 2.

Gráfico 2. Predicción del impacto económico en el PIB mundial. Escenarios de actuación y de no actuación.
CONCLUSIÓN
En conclusión, los costes de la inacción ya se reflejan de forma difusa en los presupuestos públicos (por ejemplo, en el gasto en salud pública o programas de ajuste) y en las cuentas de los hogares y las empresas. Se concluye con todo ello, que las decisiones e inversiones que no consideren la sostenibilidad en toda su dimensión, supondrán un “freno significativo para la productividad y el crecimiento económico«.
Referencias:
- OCDE. (2008). Costs of Inaction on Key Environmental Challenges.
- OECD. (2015). The Economic Consequences of Climate Change.
- OECD. (2019). Cost-Benefit Analysis and the Environment: Further Developments and Policy Use.
- OECD. (2021). Climate Action Monitor.
- European Environment Agency (EEA). (2020). Economic losses from climate-related extremes.
- El informe del Foro Económico Mundial (WEF), «El Costo de la Inacción: Una Guía para CEOs para Navegar el Riesgo Climático» de 2024.
- Empirically grounded technology forecasts and the energy transition. Rupert Way, Matthew C. Ives, Penny Mealy, J. Doyne Farmer.
Más información: